La coalición de izquierdas
Pepe Luis López Bulla
Antonio Gutiérrez cumplió con la palabra dada: votó en contra de la orden tajantemente explícita del Consejo de Administración. El resto, perinde ac cadaver, apretó el chisme votacional –o sea, la prolongación orgánica de sus intereses– y, callando moralmente para siempre, siguó el dictado del manager, el presidente-director general. Todos ellos, por descontado, han arruinado las capacidades, reales o hipotéticas, de renovar su partido cuando la tarde languidece y renacen las sombras. Esto es algo que se deberá recordar cuando, una vez consumado el tránsito, aparezcan voces disfrazadas de aire fresco. Y, comoquiera que las sedicentes renovaciones están siempre vigiladas (e incluso autocensuradas) no parece vislumbrarse que ese sistema-empresa pueda dejar de ser lo que no ha querido ser.